Pone el acento no tanto en la disciplina de una ejercitación académica, sino en el objeto mismo de la obra artística en tanto que composición propiamente dicha. Al igual que otros tratados hace uso, aunque con un gran sentido pedagógico en función de su intencionalidad, de las diferentes especies de contrapunto y su combinatoria, pero ello, en última instancia, como trasfondo estructural de una elaboración mucho más enriquecida.
Valiosísimo también para el Análisis musical, pero un análisis que pone las bases de lo que pudiera llegar a ser una gramática generativa de la música.
Desde la apariencia inicial de un simple tratado de contrapunto, que insiste en las especies y en el Cantus Firmus, se convierte poco a poco no en una interpretación solamente morfológica de los acontecimientos compositivos, sino sobre todo en un planteamiento de carácter sintáctico.