La indagación que se anuncia permite mostrar en qué sentido se revela insuficiente una estética de simple espectador para dar cuenta de una relación estética con el lugar concreto. Si lo consideramos exclusivamente fuera de las salas de exposición reservadas para este fin, el paisaje parece exigir algo más que una perspectiva de siempre espectador. Requiere una estética de la impureza, es decir una actitud en la que la contemplación significa sabiduría y percepción, relación íntima con la física del espacio geográfico. El principal propósito de esta meditación sobre el espacio geográfico considerado como una imagen y sobre el paisaje encarnado en un espacio geográfico es obtener una perspectiva estética concreta de un objeto real y no una simple representación en el espacio restringido de un museo.