Hansen basa sus estudios en numerosas horas de entrevista y observación sobre el trabajo de cuatro profesores esforzándose en definir la enseñanza como una vocación. Sugiere, que la enseñanza incluye un componente de servicio público, de realización personal, de tacto e incertidumbre y un compromiso intelectual-moral. El autor opina que un profesor no es intercambiable con otro y que las interrelaciones entre profesores y colegas, se entrecruzan con la personalidad y los rasgos de carácter propio. Su conclusión es la siguiente: los profesores que consideran la enseñanza como una vocación tienen una "perspectiva esperanzadora" que convierte los desafíos educativos en retadoras oportunidades.