Cada mito representa, en su doble condición de paradigma y relato histórico, una remisión reveladora a la vida humana. Edipo y Prometeo, legendarios protagonistas de la epopeya mitológica, constituyen también la encarnación de algunas cualidades íntimas alrededor de las cuales cada persona se mueve, respira y ama. Son, por tanto, símbolos, modelos de nuestra propia humanidad, que permiten reconocer nuestro entorno y reconocernos en él.