Hay mucho que hablar a propósito del jabón, exactamente todo lo que él cuenta de sí mismo... ni más ni menos, lo que ya es mucho si tenemos en cuenta -lo que por otra parte no es imprescindible-, que lo que la lectura va a lavar (pero no a borrar, no es ésta una de sus funciones en contra de lo que comúnmente se cree), es la escritura. El uso de la literatura que se consume en su ejercicio. Un uso no exento de abuso, como todos los usos que tienen por fin supremo (o último) el goce. Y por principio, como fácilmente se imagina. Sobre todo si se tiene en cuenta que esta poesía barre de una vez por todas los privilegios del discurso dominante para hacerse letra de otra enseñanza, más ancha, qué duda cabe, y más profunda también, pero en altura.
Aquí tienes, pues, querido lector, para tu aseo intelectual, un texto sobre el jabón.