Somos mucho más de lo que pensamos y meditar es una manera de vivir que nos acerca
a descubrirlo. El placer de meditar nos enseña a vivir con más atención.
La fe en uno mismo, el privilegio de amar, la insatisfacción del deseo, las relaciones difíciles y la
impaciencia cotidiana, nos recuerdan que la felicidad está ya en nuestro interior y sólo
necesitamos deshacernos de los estados mentales que nos impiden reconocerla.