La mirada de Baudelaire, pero también la de Champfleury. Una mirada que rompe con los esquemas preconcebidos, que no acepta dogmas de ningún tipo, ni estilísticos ni académicos. Una mirada, en fin, que sabe apreciar en Courbet aspectos que a los demás hieren, que percibe en Daumier la profunda seriedad de las risas producidas por sus caricaturas. Y unos textos cargados de pasión y de erudición: pasión por los temas abordados, por los nuevos ámbitos artísticosque se esudian; erudición en el descubrimiento de productos que hasta ahora no habían sido estimados: la cerámica popular revolucionaria, la imaginería de estampas, pliegos y aleluyas..., también la de aquellos artistas que el gusto académico rechazó. La lectura de Champfleury es un ejercicio de conocimiento, también de vivacidad y alegría.