Morimos. A eso se reduce todo. A eso y a no saber ni siquiera decirlo. Desde Epicuro, el pensar occidental gira sobre las paradojas que esa barrera impone a la condición humana: ?Nada es la muerte para nosotros, puesto que cuando nosotros estamos la muerte no está, y cuando ella llega no estamos ya nosotros?. De ese encuentro imposible nacen las infinitas formas desplazadas a través de las cuales eso de lo que no hablamos se venga haciendo que en todo cuanto decimos esté acechando una muerte silenciosa. ?Un hombre libre?-escribía Espinoza- ?de nada se preocupa menos que de la muerte?. Más, ¿somos hombres libres? O, más bien, esos tristes predadores en cuyo inconsciente, magistralmente descrito por Freud, aun la pulsión de deseo no es sino máscara de la pulsión de muerte. Desde Homero a Ezra Pound, pasando por Virgilio, Keats, Conrad, este libro trata de seguir los caminos a cuyo través esa cosa innombrable determina literatura y arte. Metáforas básicas del ?crepúsculo?, del ?tiempo en fuga? y del ?viaje interior? que acaba siempre en los repetidos círculos del infierno.