Conan Doyle, que había ganado una fortuna con sus criaturas de papel, acabó dedicándola a sus entrevistas con los espíritus del aire. El país de la bruma, último libro de la serie del profesor Challenger, es casi un minucioso retablo de las creencias y prácticas espiritistas, en las que el autor acabó creyendo a pies juntillas, en su afán por superar la pérdida de sus seres más queridos. También Challenger lo hizo, tras una extraordinaria aventura, que le deparó vislumbrar «un futuro sin los límites del estrecho horizonte de la muerte, inmenso, lleno de posibilidades y creaciones infinitas gracias a la conciencia de la supervivencia de la personalidad, el carácter y el trabajo».