El autor, uno de los jesuitas asesinados junto a Ellacuría y otros en El Salvador, ofrece en estas páginas el legado de su psicología social: «Sé que asumir como horizonte de la Psicología latinoamericana la construcción de una Psicología Popular que encauce la liberación histórica de nuestros pueblos, contiene una alta dosis de utopía. Pero me atrevo a decir que se trata de una utopía de vida en cuya búsqueda los psicólogos nos encontramos con teólogos y campesinos, con inventores de fábulas y marginados, con revolucionarios y condenados de la tierra que mantienen obstinadamente la esperanza de un mañana diferente».