El mandarín relata la historia de una amistad entrañable que nace entre dos personajes desemejantes y solitarios: un títere chino que deambula perdido por el mundo y un niño sin alegría que malvive traumatizado por la muerte accidental de su madre, de la que se culpabiliza. A pesar de su planteamiento dramático, el relato es positivo y en muchos momentos irónico y divertido.