Aunque Sir Nigel apareció
posteriormente a La Compañía Blanca,
Conan Doyle nos hace retroceder en el tiempo y nos sitúa en la juventud
y años de aprendizaje de Nigel Loring, cuando su cabeza bullía
enfebrecida con las hazañas de los grandes caballeros y deseaba
para sí ganar fortuna y honra en memorables hechos de armas. Conan
Doyle, que consideraba -con razón- sus novelas históricas
como su mejor producción literaria, estaba muy pendiente de dotar
a sus narraciones de un tono realista que se separara de los estereotipos
románticos de sus predecesores. Siempre ameno -siempre subyugante-,
Conan
Doyle nos traslada al brumoso corazón de la Edad Media, a los
escenarios magníficos de las grandes batallas terrestres y marítimas,
de los asedios, de los duelos, de la crueldad irracional de los hombres,
a través de descripciones precisas donde espera siempre la intriga
y la aventura.