Desde tiempos pretéritos, la concepción del tabernáculo o templete como edificio ideal se identificó con la utopía de la planta centralizada, que tanta fascinación ejerció sobre generaciones de arquitectos a partir del Renacimiento. Al ejercicio arquitectónico se sumaban las connotaciones semánticas que relacionaban tales baldaquinos con construcciones tan carismáticas como el mítico Templo de Salomón. Todo ello fue gestando una conciencia utópica que, en gran medida, quedó plasmada en el tortoso proceso constructivo del tabernáculo de la Catedral de Málaga, iniciado en el Quinientos y precipitadamente culminado en el siglo XIX. A lo largo de su devenir histórico, analizado en esta obra, se evidencia la conciencia utópica del Cabildo promotor y sus indecisiones estéticas a la hora de rematar la Capilla Mayor del templo, con el hito sacramental que debía representar, por su perfección, la morada terrena de la divinidad. Paralelamente, se imbrican las circunstancias sociológicas e ideológicas registradas en el pulso de la vida ciudadana a lo largo de esas cuatro centurias, las cuales tuvieron mucho que decir en la evolución de la empresa artística aquí estudiada.