A Walter le cuesta afrontar la realidad y aceptar que su padre está en la cárcel. Su madre, insegura y desbordada por la situación, es incapaz de ayudarle a resolver sus problemas. Mentir es un hábito para el protagonista. La intervención de un psicólogo social será decisiva para que Walter admita su peripecia real y descubra que no necesita inventarse comportamientos asombrosos para tener amigos.