Diego López Bueno, vivió y trabajó en Sevilla durante toda su vida. Artista formado en el circulo de Gerónimo Hernández, compaginó su labor como ensamblador y escultor con la de arquitecto tracista de retablos y edificios religiosos y civiles, ocupando las maestrías mayores del Arzobispado y de los Reales alcázares durante el primer tercio del siglo XVII.