En esta sexta novela, Piel de sátiro,
Pilar
Pedraza ha logrado crear una oscura fábula moderna al resucitar
a la Bestia que dormía en los estantes de las librerías -en
relatos como Frankestein,
La isla del doctor Moreau o Lokis- y darle al eterno mito del hombre-bestia
(un miedo atávico anclado en el fondo de nuestros sueños
y pesadillas) una consistencia verosímil en la vida cotidiana de
nuestra época.
Con el telón de fondo de una ciudad trastornada
por el revuelo de las elecciones y la amenaza de un subsuelo que parece
rebelarse (las alcantarillas empiezan a vomitar toda su inmundicia, sale
a la luz un viejo cementerio judío), una mujer cuya principal misión
consiste en escribir discursos para los políticos de turno, se verá
inmersa en una imposible y alucinada historia de amor con un extraño
domador que proporciona animales salvajes al ultramoderno Zoológico
de la ciudad.
Narrada con la sabia dosificación a la que
nos tiene acostumbrados Pilar Pedraza, y no exenta de un tono irónico
que a menudo desemboca en el humor, Piel de sátiro
nos invita a una suerte de safari urbano (del taller del taxidermista al
matadero, pasando por el Zoo, el laboratorio y el criadero) donde se pone
en evidencia nuestra relación abusiva con los animales salvajes
y el entorno y donde ese otro mundo, el de la política cotidiana
(también lleno de depredaciones), es examinado con ojos de entomólogo,
para revelar sus comportamientos codificados, que están casi siempre
más allá de la ideología.