En efecto, nadie puede ni debe determinar cuál es el supremo grado en el cual tiene que detenerse la humanidad ni, por tanto, cuál es la distancia que necesariamente separa la idea y su realización. Nadie puede ni debe hacerlo, porque se trata precisamente de la libertad, la cual es capaz de franquear toda frontera predeterminada". (Immanuel Kant)