La gloria de España se extingue a finales del siglo XVIII: la inspiración desencantada de Goya intuye e interpreta el fin de una época y los comienzos de otra radicalmente nueva. En su larga travesía artística, recorre con gran eficacia y con continua y arrebatadora originalidad un horizonte estilístico que va desde las fragantes galanterías del rococó a las macabras tragedias de las pinturas negras, desde los luminosos retratos a los fantásticos grabados. En el arte de Goya se condensan la seducción y la angustia, la emoción y la tragedia, en una mezcla expresiva inconfundible y fascinante.