Munia recurre a su imaginación para solucionar el enfrentamiento con sus padres, que no soportan su continua rebeldía. La necesidad de la niña por volver al diálogo y la paz familiar le llevan a inventar un personaje que viene de visita e intercede por ella. Todo ello subrayado por las suaves ilustraciones en acuarela de la propia autora, que aportan serenidad a esta historia de conflictos infantiles.