Las primeras manifestaciones gráficas en la Historia del Arte se expresan suficientemente en el imaginario del Arte Rupestre (en paredes de cuevas o en rocas de aire libre) del Sudoeste europeo. Menos conocidas son muchas otras obras de menor tamaño (el Arte Mobiliar o portátil), encontradas en excavaciones arqueológicas de numerosos yacimientos europeos y en su extensión hasta Siberia. En buena parte de este efectivo de obras en diversos materiales se despliega un completo repertorio de imágenes de lo real y de temas esquematizados, así como un rico efectivo de elementos de adorno personal. Se datan circa 35000 a 10500 años antes de ahora.
Las reflexiones de este libro sobre el imaginario portátil pretenden una aproximación al gusto, la sensibilidad y la capacidad de abstracción de las gentes del Paleolítico superior. En sus capítulos se despliega un discurso conjunto sobre este arte: su percepción por los prehistoriadores; la relación entre los soportes y la temática; la unidad y las variantes (regiones, etapas o destinos) del repertorio; los protocolos de ejecución de la obra y las actitudes de sus autores; el significado de sus agrupaciones (¿existen talleres o santuarios?) y de los diversos niveles de intertextualidad de la documentación.
Se aporta un repaso crítico de la problemática, aportando reflexiones propias sobre el heterogéneo repertorio de manifestaciones gráficas de pequeño tamaño. El arte mobiliar paleolítico se plantea como dilema de la Cultura prehistórica entre lo superfluo y lo útil: ¿simplemente práctico, dedicado a un divertimento o de destino más trascendente?