De los jóvenes escritores españoles que se dan a conocer a comienzos de la década de los 20, ninguno produce más desconcierto que Ernesto Giménez Caballero. Si la sorprendente originalidad de su estilo, así como su incontenible energía creadora, pronto le merecen un lugar destacado en la escena literaria de entonces, la audacia de sus ideas y el tono desenfadado de sus escritos tienden a asustar al lector desprevenido.
A pesar de su matiz caricaturesco, las observaciones de Ramón pueden servir de punto de arranque para estos apuntes introductorios, puesto que señalan dos características esenciales y complementarias de las actividades de nuestro autor durante los años 20, precisamente las que descubren el sentido fundamental de los textos recogidos en este volumen: por un lado, la inquietud que, en sus múltiples formas, motiva y alimenta las iniciativas constantes que toma el joven Giménez Caballero, y, por otro, el malestar y hasta la indignación que a veces -si no con frecuencia- producen sus diversos intentos de renovación. Si el "nuevo monstruo" perfilado por Ramón parece ser un escritor de talento innegable, es evidente que se trata de un talento algo inestable, de un ingenio sumamente volátil, de una inteligencia perturbadora que, debido a la velocidad con que suele avanzar, corre siempre el riesgo de descarrilar. Las Visitas literarias de Giménez Caballero son un capítulo crucial, si bien prácticamente desconocido, de la etapa inicial de su labor vanguardista.