Cada relato de Miguel Torga es una pequeña ventana que da al mundo entero, a la vida en sus magnitudes más reales. Partiendo de la esperanza lírica -de la mirada de sus personajes, que ven mundos recién creados-, partiendo de un calor que nunca deja de parecerse al amor, la historia siempre termina por amoldarse a la fría y cruel realidad de la existencia. Así se viven y así vive el lector los cuentos de Miguel Torga: adquiriendo duras experiencias que no ofrecen premio final -aquí no hay santos sino puros ingenuos-. La sensación, al cerrar el libro, es la de haber estado con mucha gente, en muchos sitios, viviendo y enriqueciéndose. No hay lección de optimismo, pero sí de humildad. Y, desde luego, de gran literatura. Miguel Torga es uno de los talentos más serios y profundos de la gran narrativa portuguesa actual. (Traducción de Eloísa Álvarez).