La obra de Esquilo, considerado padre de la tragedia, que excede de ochenta títulos teatrales, ha llegado a nosotros muy mermada. Todo lo que poseemos es una de sus grandes trilogías, La Orestiada, y cuatro tragedias pertenecientes a otros tantos trípticos, que conservamos aisladas. Del resto sólo se conocen títulos y fragmentos.