Con los diagramas sapienciales que se analizan en este libro, los gnósticos pretendieron completar el designio que, desde sus orígenes, se había propuesto la filosofía. Pues si ésta aspiró a enseñar al hombre a regular sus pensamientos mediante la razón, los diagramas le enseñan a cultivar los más amplios campos de su imaginación y afectividad. El instrumento utilizado para tal fin consiste en la interiorización de lugares geométricos, inspirados en los cosmogramas, y de figuras que, ubicadas en esos lugares, representan potencias espirituales. Mediante la conversión de la mente en urbe y enciclopedia celestes, el hombre se prepara al autoconocimiento; es decir, al reconocimiento de su condición divina originaria. La audaz hipótesis que propone este libro es que el mandala budista –quizá la manifestación más característica del pensamiento y el arte sagrado asiático– tiene un origen completamente distinto y distante de su entorno cultural, un origen que se remonta a la Grecia del siglo I a. C. En El círculo de la Sabiduría, Ignacio Gómez de Liaño realiza un impresionante trabajo de arqueología cultural, que le ha llevado más de diez años de investigación. Dividido en dos volúmenes profusamente ilustrados, el que ahora ve la luz contiene un planteamiento global de la cuestión y desarrolla luego las etapas occidentales de un largo viaje.