Julius Fast, el hombre que nos enseñó que el hecho de cruzar las piernas, por ejemplo, es algo más que una forma de ponerse cómodo, aplica ahora al mundo de los negocios el resultado de décadas de investigación acerca del lenguaje del cuerpo, demostrando que sus hallazgos son aún más útiles en ese terreno que en el de las relaciones personales, donde la honestidad tiende a ser más corriente. Así propugnando que en toda interacción humana hay un texto explícito y un texto implícito o subtexto - la corriente de comunicación que fluye bajo la superficie y que a menudo es más reveladora que la superficie misma, porque es inconsciente-, Fast nos enseña, entre otras cosas, a:
- Conseguir que el contacto ocular, en una reunión de negocios, obre en nuestro beneficio.
- Identificar las micro expresiones que revelan que alguien está mintiendo.
- Adivinar qué significa que nos hagan esperar cinco o diez o veinte minutos para una cita.
- Ordenar las sillas alrededor de la mesa de modo que resulte fácil asumir el control de una reunión.
La capacidad para lograr hacer todo esto no sólo nos permite comunicarnos de manera más eficaz, sino que también nos ayuda a interpretar a los demás: lo que los otros dicen y, lo que es más importante, lo que desesperadamente intentan no decir.