El gigante no dejaba que los niños jugaran en su jardín; por eso allí se había instalado el invierno para siempre y los arboles se olvidaron de florecer.
Pero un día, el amor de un niño conmovió el duro corazón del gigante y entonces comprendió cómo el egoísmo había alejado a la primavera de su jardín y a la belleza de su vida.