Charles W. Morris (1901-1979) dedicó cincuenta años de su vida a la formulación de una teoría general de los signos, es decir, al establecimiento de una concepción global y una estructura terminológica aplicables a todo tipo de signos a la totalidad de funciones y usos que éstos pueden adoptar. El objeto de este esfuerzo teórico y metodológico, en línea con los trabajos pioneros de George H. Mead, del que fue discípulo Morris, era acceder a una percepción más completa del hombre en tanto que . El libro que el lector tiene en sus manos contiene el texto completo de uno de los escritos básicos de Morris, Fundamentos de la teoría de los signos, de 1938, un clásico de las ciencias sociales de este siglo. El autor participa del ideal de unidad de las ciencias que constituía la tesis capital del positivismo lógico. La semiótica, a la que este libro sigue constituyendo una de las mejores introducciones existentes, se concebía como una disciplina capaz de proporcionar a las ciencias del hombre una base común: la noción del signo sería para ellas lo que la noción de átomo era para las ciencias física o lo que la célula era para las biológicas. En este proyecto, Morris es plenamente partícipe del estilo del empirismo científico, un pensamiento esencialmente norteamericano en el que se intenta fundir las tradiciones del pragmatismo filosófico y del empirismo lógico.