Hasta ahora habíamos tenido la inmensa suerte de vivir las cuatro estaciones mediterráneas diferenciadas entre ellas y con carácter propio. El autor, desde los paseos por su tierra natal, nos anima a vivirlas tan ávidamente como nos sea posible ante la terrible posibilidad, como vaticinan los científicos, de que desaparezcan tal y como las conocemos. Esperando y deseando que seamos capaces de rectificar y que nuestra relación con el planeta sea mucho más sabia y respetuosa.