Decía Montaigne que al escribir «no hacemos sino glosarnos los unos a los otros» y, a juzgar por Los ensayos, predicaba con el ejemplo. Todo discurso es repetición y toda escritura es glosa: está todo dicho, ésa es la ley del lenguaje, la condición del discurso. No obstante, hay muchas maneras de repetir lo que se ha dicho antes. Una de ellas, la más flagrante, constituye el punto de partida y el horizonte de este libro: la cita, no sólo la cita en sí, sino también el trabajo de la cita, la repetición o la referencia de segunda mano, como hecho de lenguaje y práctica institucional. Para entenderla será preciso analizar cómo funciona en la lectura y la escritura, cómo produce sentido en el texto y qué valores ha adquirido a lo largo de la historia. El análisis de la cita como persistente dispositivo de todo artefacto discursivo permite a Compagnon ocuparse de sus irrenunciables pasiones: Montaigne y Borges, desde luego, pero sobre todo la lectura y la escritura, dos caras de una endiablada moneda.