¡No quiero ser más una ardilla! Si me hubiesen pedido mi opinión, habría elegido otra cosa. Habría escogido ser castor. ¡Para construir un mundo mejor! Pero la realidad es que la vida como castor también es bastante agotadora y, de todos modos, siempre he soñado con ser un ciervo. Sin embargo, en esta ocasión también me esperaba una vida mucho mejor. O... ¿un búho? ¿Un erizo? ¡Oh no, lo sé! Y tú, ¿lo sabes?
Vuelve la ardilla más peculiar para plantearnos las dudas y problemas de la búsqueda de la identidad, pero siempre con el humor y la ironía propios del trazo de Tallec.