La alimentación es un proceso voluntario de la persona que se ve influenciado por multiplicidad de factores, tanto externos como internos.La publicidad, la cultura y las costumbres, el medio social que nos rodea, etc. Son algunos ejemplos de factores externos que determinan y condicionan nuestras elecciones y preferencias alimentarias. Nuestras emociones, el entorno, la historia familiar y los recursos económicos e individuales son otros ejemplos de factores internos que también ejercen una gran influencia a la hora de escoger cómo, dónde y para qué nos alimentamos. Por todo ello, el acto de alimentarnos es una pieza más de nuestra psique y como tal, recibe de forma constante la interacción de nuestros comportamientos, pensamientos, sentimientos y emociones (conscientes e inconscientes). En definitiva, en el transcurso de nuestra vida desde que nacemos, nuestra alimentación y la relación que establecemos con ella se va construyendo y modificando a través de asociaciones y de una multiplicidad de elementos que hacen que sea mucho más compleja de lo que aparenta. La psicología relacionada con la alimentación está en auge y es un campo todavía por explorar a fondo que nos brinda la oportunidad de comprender esta complejidad que gira en torno a la conducta alimentaria del ser humano, de un extremo a otro: desde conductas primarias hasta comportamientos alimentarios considerados a día de hoy como patológicos o sinónimos de enfermedad.