Tras abandonar Moscú, el escritor y conde Lev Nikoláievich Tolstói regresó a su vieja aldea en la provincia de Tula para organizar en su propiedad de Yásnaya Poliana una escuela para campesinos. Entre su profesorado quiso contar, tal vez guiado por una concepción de la educación como un proceso esencialmente libre, con una serie de estudiantes moscovitas empapados de ideas innovadoras (aunque para algunos fuesen, más bien, revolucionarias e incluso anticlericales). Esta iniciativa, a la que acompañó la creación de una revista educativa un tanto heterodoxa, no tardó en captar la atención de unas autoridades temerosas de que la llama de la revolución prendiera entre los súbditos del Zar. El resultado fue una nefasta y costosa operación de espionaje encomendada al agente secreto Shípov, un «polizonte semianalfabeto que no sabía ni siquiera quién era Tolstói» y que, junto a su siniestro compinche Gyros, llevó a cabo la investigación ciñéndose en todo momento y con exquisito rigor a los principios que habían de guiar todas sus pesquisas: consumo incontrolado de alcohol, persecución de mujeres y un valiente empleo de la mentira.
Okudzhava, uno de los escritores rusos más singulares de la segunda mitad del s.XX, se adentra nuevamente con estas satíricas Andanzas en el género de la novela histórica (previamente había escrito Un sorbo de libertad, sobre el «decemberista» Péstel) y, entrelazando fragmentos de misivas oficiales con diálogos delirantes, hechos ciertos con fantasía a raudales, muestra una vez más su dominio del lenguaje y su genuina originalidad, al tiempo que denuncia el profundo arraigo de la mediocridad en los estamentos gubernamentales.