Se suele afirmar, quizás en base a la evidencia de tanto hueco interno como presentan, que los muertos carecen de vida interior. Pero los que los han tratado sostienen, de acuerdo con su experiencia empírica, justamente lo contrario. Así, desnudos de todo lo que la civilización conlleva, se nos muestran tal como son. Quizás en este desfase radique eso que los expertos llaman humor negro y que Ermengol con tanto talento ejemplifica en el ataúd tan excelentemente dibujado que ustedes tienen entre manos.