¿Por qué hay tantos imbéciles en el mundo? ¿A qué se debe que el primero en
ascender sea, invariablemente, el más idiota de la oficina? ¿Por qué cuando nos
abandonan es siempre por un perfecto/a descerebrado/a?
El conocido periodista italiano Pino Aprile nos contesta a estas preguntas
eternas con tanta ironía como «espíritu científico». La clave radica en
observar, libres de ideas preconcebidas, la historia de la evolución: la
inteligencia fue el gran rasgo distintivo del ser humano, la característica que
nos permitió dominar el mundo y ser la «especie elegida», pero ya no es
necesaria, se ha quedado tan obsoleta como el pelo que nos recubría todo el
cuerpo, el rabo y la costumbre de andar a cuatro patas.
Si tiene alguna duda al respecto, piense en Leonardo da Vinci, Einstein o
Cervantes y compárelos con sus jefes, con los políticos que nos gobiernan o con
los famosos que cobran millonadas por contarnos su vida en los programas de
televisión. La conclusión es irrefutable: Los inteligentes han construido el
mundo. Pero quienes lo disfrutan y triunfan en él son los imbéciles.