Eugenio Filaleteo, que se confiesa a si mismo discipulo de Cornelio Agrippa,
es uno de los autores más lúcidos del hermetismo occidental
y, al decir de algunos, quizás el último adepto reconocido
del que tengamos noticia.
La obra empieza con la aparición a nuestro autor de la Naturaleza,
figurada como una bella dama, en el entorno de un paisaje onírico
y fascinante.