Centrándose en la pintura y la escultura, Moshe Barasch analiza en esta obra las principales tendencias de la teoría del arte en Europa desde la Grecia antigua hasta comienzos del siglo XVIII, demostrando que los diversos conceptos de cultura y escultura que cristalizaron en este siglo deben examinarse dentro de un marco conceptual diferente del que corresponde al estudio de períodos anteriores.