¿Para qué ojos fueron creadas las enormes siluetas de Nazca? ¿Por qué los grandes creadores se empeñan en resolver aspectos de sus obras que ningún ser humano puede llegar a valorar? Tusquets analiza este misterioso fenómeno a través de obras maestras de arquitectura, ingeniería, escultura, cine, pintura, jardinería, land art, toros, teatro... y deduce que sus autores actuaron como si sus obras pudiesen ser observadas y valoradas por un ser superior. Tras un recorrido irónico, polémico y apasionado el autor concluye: En vista del sopor que el agnosticismo contemporáneo es capaz de producir, y aunque la existencia de Dios no nos acabe de convencer, ¿no sería más fácil hacer como si Dios existiese y pudiese juzgar nuestras obras? En este libro Oscar Tusquets ha subido la apuesta (respecto a sus libros anteriores, lo que no es poco decir) afirma Eduardo Mendoza en su prólogo. Y añade: La permanencia de la obra y la fugacidad de las personas que la crearon; la razón última de la actividad artísitica; en definitiva, la relación del hombre con la muerte y también con la vida, son algunos de los temas que aquí se tocan, con delicadeza, sin dramatismo, casi con desenfado. No en vano, la figura de Dalí, su presencia, cierra el recorrido, y en cierto modo lo preside. La singularidad de este artista convierte en vivencia divertida lo que podría haber de sombrío en la reflexión