La obra escultórica de Chillida (San Sebastián, 1924-2002) se inscribe en la no figuración y se caracteriza, según sus propias palabras, por el diálogo entre masas y vacíos de proporciones a menudo monumentales, elementos que somete a una unidad conceptual gracias a su dominio de las leyes del movimiento y el equilibrio. En este libro, Carandente, lejos de limitarse a comentar los aspectos más visibles de la trayectoria del artista, analiza la dimensión conceptual y técnica de su actividad, tanto la labor individual de búsqueda y perfeccionamiento como el contexto sociocultural que enmarca la producción del artista vasco; sin duda, una de las más destacadas figuras de la escultura de la segunda mitad del siglo XX.