El fulgor de un espléndido ocaso se extiende sobre la corte de España. El siglo XVII, que contempla los grandes arrebatos místicos, el énfasis del barroco y la ironía distante de los escritores, es también el siglo de los contrastes y las maravillas: es el siglo de Velázquez, genio del arte y de la inteligencia, intérprete de una sociedad oprimida entre la etiqueta acompasada de la corte y el sabor acre y verdadero de la realidad. El pintor se pone a prueba en retablos y paisajes, en escenas históricas y retratos. Su arte es la imagen interior de unos hombres y mujeres llenos de pasiones, con una presencia intensa y directa que los aproxima a nosotros, que los hace eternamente actuales.