Las relaciones entre el cine y la Edad Media empezaron por la fantasía de las películas de aventuras llenas de caballeros espléndidos y damas de larga caballera primorosamente peinada, y evolucionaron hacia el realismo sucio de esas otras películas que intentan mostrar la verdadera cara medieval. Hay mucha, mucha distancia entre la perilla de Errol Flynn en Robin de los bosques y las batallas de El reino de los cielos de Ridley Scott, o entre el impecable Camelot de Los caballeros del rey Arturo de Richard Thorpe y la sobrecogedora miseria que inunda Los señores del acero de Paul Verhoeven.