En esta obra Krauss analiza la fotografía, oponiéndose a la práctica corriente determinada por el mercado y demostrando que es erróneo querer pensar la fotografía a partir de los criterios históricos que se utilizan en pintura. Otorga a la fotografía el rango de campo específico y mediante la intervención de la noción de escritura, permite una reelaboración estratégica y funcional de la producción fotográfica del siglo XX, la nueva objetividad de la Bauhaus y la "belleza convulsiva" del surrealismo. Al mismo tiempo la fotografía convertida en clave de lectura de ámbito empírico se elimina, lo que le lleva a una reflexión crítica sobre ciertos movimientos del siglo XX cuyo análisis desde lo pictórico había resultado estéril, como por ejemplo, el surrealismo. Ahora que domina la anti-teoría, este libro ofrece la prueba de que la teoría sigue siendo el mejor instrumento para abordar la radical diversidad de lo fotográfico.