Todavía mal conocidos y, salvo excepciones, crítica e historiográficamente descalificados en su conjunto, los turbios años cuarenta en el cine español (1939-1950) se nos presentan, sin embargo, como un territorio de extraordinario interés tanto para el historiador como para el aficionado, siempre y cuando se acuda a la materia misma de los textos, a la puesta en forma de los filmes, para buscar en ellos, a través de su análisis histórico y estilístico, las rugosidades, contradicciones y ambigüedades, y las, sin duda, profundas huellas de su tiempo que toda obra artística ha de encerrar forzosamente. Surgirá así un mapa más operativo de dicha filmografía que ese triste reflejo posbélico tantas veces aludido, al encontrarnos ante un corpus fílmico de gran desigualdad pero no menor riqueza, conformado sobre un sustrato popular de profundo calado antropológico y que no puede olvidar, en su diversidad, los acontecimientos históricos, culturales, económicos y sociales sobre los que se desarrolló, determinando el entrecruzamiento de tales factores su particularísima textura, sus formulaciones visuales y sus insistencias (y ausencias) temáticas.