Concebida como una película de anticipación, con una estética fascinante, Metrópolis debe tanto a las vanguardias como al guión enigmático de la futura nazi Thea von Harbou. Incluso sus aspectos aparentemente más excéntricos tienen una explicación cuando se la estudia cuidadosamente a la luz del expresionismo crepuscular y del modernismo reaccionario, que se superponen al gusto de Fritz Lang por la aventura de corte popular y por una férrea arquitectura de la imagen. Su vitalidad es tan poderosa que continúa siendo objeto de polémica.