Es fácil constatar que el público se está distanciando cada vez más del espacio público por la creciente falta de
credibilidad del discurso político. Como consecuencia de ello, la televisión tiende a alejarse del modelo
informativo para derivar hacia una representación espectacular de la realidad.
Cediendo a estas preferencias, lo político se ve desplazado por noticias de microsociología y programas de
entretenimiento. Así, sucesos de todos los colores -rosa, amarillo o negro- se entretejen en el discurso televisivo actual. Esto anima también a crear programas híbridos, como los talk shows, donde entran todos los niveles de
representación de la realidad, incluyendo cultura, diversión, política o cotilleo.
La televisión se convierte así cada vez más en espejo del sujeto social, creando un circuito cerrado entre medio y
espectadores en el que apenas queda una apertura para otras realidades.
El autor presenta un análisis muy detallado fundado en los conceptos y teorías de la comunicación y en la
estética audiovisual. Si bien sus diagnósticos, que definen "el espíritu de nuestro tiempo", resultan preocupantes, este estudio puede ser un valioso instrumento para una crítica de ese medio.