¿Es Internet una revolución tan importante como lo fue la radio en los años veinte y la televisión en los años
sesenta? Para reflexionar acerca de los nuevos medios de comunicación, es preciso primero reubicarlos dentro de
una teoría general de la comunicación y no confundir progreso técnico con progreso en la comunicación humana.
Es evidente que las últimas innovaciones tecnológicas resultan increíbles, pero el hecho de que nos comuniquemos
mejor, si es que lo hacemos, no se deberá a la transmisión cada vez más rápida de una mayor cantidad de información. Lo más difícil en este ámbito no es la proeza técnica, sino la comprensión entre individuos. Ha
llegado el momento en que debemos apagar las máquinas y empezar a hablar?
El objetivo de este libro es comparar las ventajas y los inconvenientes tanto de los medios de comunicación
clásicos como de los nuevos, relativizar el tema de la «revolución de la comunicación» y tranquilizar a aquellas
personas que en este ámbito se consideran, equivocadamente, desfasadas. La ideología técnica de hoy en día no
es menos peligrosa que las múltiples dominaciones que se produjeron en el pasado.
Internet no creará por arte de magia una sociedad donde la información circule libre y pacíficamente y en la que
las relaciones sociales se modifiquen de forma milagrosa. La Red no sustituirá a la radio ni a la televisión en su
papel esencial de comunicador social. Si nuestras democracias quieren continuar siendo fieles a su proyecto de emancipación política, deberán reglamentar los nuevos medios de comunicación para, así, evitar que libertad de
comunicación llegue a ser sinónimo de ley de la jungla.