Hubo un tiempo en que la vida de un estudioso, en Francia, giraba entera en torno a la thèse de doctorado. (Todo acabó acaso el día de 1973 en que Julia Kristeva se presentó a defender la suya: según la crónica inmortal de Le Monde, "On attendait Bellone, on vit paraître Aphrodite".) Una carrera y un prestigio pasan necesariamente en Italia por una edición crítica. Ni una ni muchas, por el contrario, bastan en los Estados Unidos para conseguir la cátedra: "This is not a book", razonará el/la chairperson. Allá, en las facultades de letras, "a book" era hasta unos años atrás un ensayo encaminado primordialmente hacia la crítica literaria: hoy ha de pretender, pongamos, "to apply Michel Foucault's work to the novel and to look at the genre as a discursive practice". Creo saber que en las viejas universidades de la Gran Bretaña aún sigue juzgándose un tanto pretencioso publicar un libro, o cuando menos tiende a pensarse que el autor carece de talento para escribir un artículo... Confieso no haber tenido nunca ideas firmes (tampoco) a ese respecto. A cada cuestión que me atraía, le he dado, cuando he podido, las dimensiones, el carácter y la forma que me parecían imprescindibles para hacerle justicia. Sí he sentido, con todo, especial interés por abstraer y practicar la poética de ese género fundamental de las humanidades que en el gremio llamamos "artículo" y en rigor consiste en la 'monografía breve': cuándo y por qué el estilo es o no es parte del argumento, cómo debe la conclusión (absolutamente inexcusable) desprenderse de un planteamiento y un nudo, qué va en el texto y qué en las notas... Versen sobre prosa medieval o poesía renacentista, Juan Ruiz o el Quijote, Petrarca o Garcilaso, ese interés es el segundo común denominador de los estudios aquí reunidos. El primero, confío, está en el propósito de no quedarme meramente en la literatura, sino verla como un elemento más en el juego plural de la vida, de la historia: entre otras cosas. (Extracto del prólogo.)