Si, en poemarios como Canciones de Bilitis, Pierre Louÿs describía la realidad erótica de la Belle Époque, en obras como Diálogos de cortesanas y Manual de urbanidad para jovencitas apartó los velos de la hipocresía y del falso pudor que impedía a la literatura acercarse a la vida sexual, a la realidad de lo que ocurría en un París donde uno de los puntos de encuentro de la aristocracia y la alta sociedad eran, además de los salones y los foyers de los teatros y la Ópera, los prostíbulos. Pero la mayor aportación de estos dos títulos es el descubrimiento del deseo erótico femenino, hasta entonces mera comparsa del masculino, cuando no sometido a éste: por vez primera mujeres y muchachas adolescentes tienen voz para expresar sin tapujos, con desvergüenza incluso, sus propios y exclusivos deseos. Pierre Louÿs, heredero de la literatura libertina del siglo XVIII, pinta en rápidas escenas el erotismo en su momento más álgido, sin arredrarse ante los términos del lenguaje del amor que, aunque empleados por todos, nunca figuran en los diccionarios.