Viviendas minúsculas a precios imposibles, desconfianza hacia la autoridad por la corrupción, aires acondicionados por doquier para hacer frente a la humedad, padres obsesionados con poner nombres exóticos a sus hijos Sin duda, Hong Kong es una ciudad singular. Esta excolonia británica, construida en vertical, en la que residen 7,5 millones de personas en apenas 1.100 km², goza de una vibrante vida diaria y se mantiene en una carrera constante hacia no se sabe dónde, varios años por delante del resto de las ciudades del mundo.
Hong Kong no es ciudad para lentos es un tratado sobre la vida moderna asiática que examina de manera concisa y contundente algunos de los problemas sociales, culturales y existenciales a los que se enfrenta la urbe. Para ello, lleva al lector en un tour de force por el mercado inmobiliario, la profunda pobreza que acecha a la vejez, las mareas humanas o la privación de los derechos de las trabajadoras domésticas extranjeras. Jason Y. Ng desgrana con precisión la idiosincrasia de la ciudad y deja al descubierto lo mejor y lo peor de esta sociedad apresurada.