La celebración de grandes asambleas conciliares va dibujando una línea que atraviesa en profundidad toda la historia secular cristiana. En realidad, recalcan casi siempre los momentos de significado más denso de la vida de la gran Iglesia. Es sorprendente ver cómo los concilios suscitaron casi siempre una intensa atención en el pueblo llano, a pesar de que su participación directa en las asambleas fue casi siempre externa y marginal. Los trabajos conciliares y las vicisitudes de la fase posconciliar engendraron habitualmente una aguda expectativa y una verdadera sacudida cargada de esperanza.
Este volumen analiza los concilios ecuménicos estudiando no sólo su desarrollo interno, sino su contexto, las vicisitudes de su recepción y aplicación. Diacrónicamente analiza la diversidad de sus planteamientos, los avatares de la participación, su evolución, fe, doctrina, disciplina, pastoral, y también sus objetivos: relación dialéctica de la fe con la cultura clásica (los cuatro primeros), la reglamentación de la societas christiana de occidente (los medievales), la defensa del catolicismo romano frente a las tesis de los reformadores (Trento y Vaticano I) y el compromiso pastoral (Vaticano II).
No se eluden los temas conflictivos y las constataciones sorprendentes. Que una historia de los concilios ecuménicos afirme que su evolución histórica parece estar caracterizada por una reducción progresiva de su ecumenicidad de universales a occidentales, de occidentales a romanos, dando la impresión de que la hegemonía del servicio a la fe viva de la comunidad ha sido paulatinamente sustituida por la funcionalidad al servicio de la institución eclesial, es cuando menos aleccionador.
