«Si tú hubieras visto lo que he visto yo», solía repetir la madre de Natascha Wodin, una frase cuyo misterioso significado se llevaría a la tumba. Su hija tenía entonces diez años y era apenas consciente de que formaba parte de un subgrupo humano, una especie de residuo de la guerra. ¿Por qué vivían en un campo para «personas desplazadas»? ¿De dónde era su madre? ¿Y qué le había sucedido? Solo décadas después se atrevió a abrir la caja negra de su origen.
Mi madre era de Mariúpol es el excepcional libro en el que Natascha Wodin rastrea la vida de su madre ucraniana, oriunda de la ciudad portuaria de Mariúpol y deportada a Alemania junto con su marido en 1944. La autora narra con pulso admirable una historia sobre el trabajo esclavo durante el Tercer Reich, un capítulo no tan conocido de los crímenes nazis. Su madre, que de niña había vivido el ocaso de su aristocrática familia bajo el terror de Stalin, sale milagrosamente del anonimato en estas páginas y adquiere un rostro inolvidable. «Mi pobre, pequeña y enloquecida madre», concluye con cariño la narradora; también los lectores nos hacemos cargo de la dimensión de su pérdida.
«Natascha Wodin ha escrito un libro clásico a la vez que excepcional.» Hans-Peter Kunisch (Süddeutsche Zeitung)
«Como en una novela de intriga, se suceden los imprevistos y se van revelando datos sorprendentes: el suspense se construye con cada detalle, y el azar destapa una espectacular historia panorámica. (...) Es como una miniatura que muestra las catastróficas fracturas de la historia del siglo XX, pero llena de fuerza existencial.» Helmut Böttiger (Die Zeit)
«Natascha Wodin ha escrito un gran libro contra el silencio. Historiografía viva, cuestionadora, desesperada, además de elegiaca. Un libro conmovedor, el documento personal de una búsqueda.» Stefan Berkholz (Bayern 2)